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Bocaná y el Cauce:

Caminos trazados y destrozados

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“Una vez llegados los españoles a América, construyeron caminos que vinieron a llamarse caminos Reales. Antes, es cierto, hubo caminos...Anduvieron los precolombinos caminando y comerciando a trueque... Por haber desarrollado sus civilizaciones sobre las cordilleras, su arte de construir trochas y puentes, de empedrar caminos y hacer escaleras tan perfectas como las de los Tairona...el imperio español se montó sobre el esquema indígena...”. “Un camino Real lo que tiene para justificar este nombre, es que suele calzarse en piedra. Ha de trepar cordilleras frescas, de greda, que cuando llueve se hacen resbalosas y traicioneras. Precisa recubrirla de losas para seguridad de la mula o del hombre que lleva carga o pasajero. Cuando se piensa que el camino tiene que trepar 2000 o 3000 metros de un valle ardiente a un páramo, la única manera de darle alguna seguridad a la bestia de carga, es con una piedra de apoyo. Por eso hay tramos en que el camino se convierte en escalera, como si se tratara del ingreso a un palacio. La anchura del camino la determina el cruce de las cargas de ida y regreso”
(Arciniegas, 1995: 19, 30. En Caminos Reales de Colombia) 

La vereda El Plan y la ciudad de Medellín están conectadas por dos caminos hispánicos que sobresalen por su recorrido y antigüedad.  Los caminos de Bocaná (Tirabuzón) y del Caunce (del Chivo), son producto del desarrollo vial planteado entre los años finales de la Colonia, a principios del siglo XIX, cuando se pretendió un mejoramiento de los trazados y de las especificaciones técnicas de los caminos que fueron diseñados para los pies descalzos de los indígenas que transportaban mercancías a lomo de hombre, y no para los cascos de caballos y mulas. Estos fueron espacios donde ocurrieron  antiguos procesos socio-culturales de adaptación al medio natural.

En la época prehispánica en Colombia  existieron muchos intercambios culturales entre las tribus asentadas, cada una  con cierta especialización.  En santa Elena la zona de Piedras Blancas estuvo habitada por los aburraes quienes aprovecharon las condiciones del territorio para la extracción y comercio de minerales como el oro y la sal. Para hacer estos intercambios había un camino prehispánico importante que empezaba en Buriticá que siempre ha sido un sitio rico en oro; de allí salían hacia el bajo cauca, el Chocó y hacia santa Elena, de paso para llegar al  río Magdalena.

El Bocaná (Tirabuzón)

Era el vaso comunicante  con el suroeste antioqueño: La ceja, El Retiro, La Unión, Envigado, con el municipio de Medellín y algunos de sus barrios.

En la parte que de Medellín sube a la vereda El Plan hay un escarpe grande que genera mucho deslizamiento y escalonamiento.  Los indígenas que conocían  bien el territorio no se asentaron por acá, y cuando llegaron los españoles, a finales del siglo 18,  y empezaron a descubrir  que el valle de Aburrá  y el de San Nicolás eran agrícolas y ganaderos y  como necesitaban más vías de comunicación e intercambio, acondicionaron  el esquema indígena y los trazados de este camino llamado Tirabuzón porque tiene mucho zigzag. La estructura es hispánica, colonial y enfrentaba muchos problemas como los deslizamientos lo que perjudicaba el paso de las bestias. Son aproximadamente 2 kilómetros  y viene de 1.880 a 2.250 metros   de altura, tiene zonas más amplias y otras donde se perdió el trazado.

El caunce (Alto del Chivo)

En 1874, para salir de ese Medellín encajonado hacia el Valle San Nicolás y El Magdalena  y con el fin de acortar la ruta ,se mejoró este  camino que es menos escarpado , lo que fue la mejor alternativa para el paso de las bestias. Tuvo una circulación constante  de la arriería comercial antioqueña con  sus recuas de mulas que venían del oriente hacia el valle de Aburrá y que descendían por el llevando Leña, sal y carbón. Va al seminario y  sale al barrio Loreto.

Con la construcción  del ferrocarril de Antioquia, los caminos perdieron importancia en la comunicación con el valle del rio Magdalena, aunque se aumentó el flujo del comercio entre los productos de la montaña  bajados a la ciudad, y los artículos “modernos” subidos a ella, pero con la  apertura  en los mercados de la metrópoli y la necesidad de mejores vias de comunicación,  se fue dando un viraje en las técnicas de construcción, en las maneras de concebir, trazar y ejecutar las vías  y se empezó a introducir manos de obra calificada. Y en 1928 cuando se construyó la sinuosa carretera a Santa Elena que se superpuso a un tramo de uno de los caminos y lo reemplazó como vía;  estos  senderos   de herradura fueron cayendo en el olvido y la huella se fue destrozando;  dejaron de ser la conexión entre el campo y la ciudad, desapareciendo en partes bajo la espesa vegetación.

Por estas arterias viajaron un sinnúmero de objetos y mercancías: y también transitaron amores,  muerte, rumores, pasiones, infidelidades, atracos, robos, mitos, leyendas, evangelios, historias…

Fueron Lugares de paso, encuentro e intercambio…. No solo pasaron las mercancías, también pasó la cultura,  y la tradición  católica que caracteriza  esta zona… estos caminos  fueron ejes para los procesos de asentamiento y articulación de las relaciones sociales y económicas de esta región.

En 1990 Corantioquia compró los predios de la Hacienda La Aguada por la que pasa mucha parte de estos caminos y pretende recuperarlos para la recreación y esparcimiento público.

Los caminos conduncen hacia gente

Una senda, una trocha o un camino, se inicia por una huella que busca conectar… tiene un inicio y un lugar a donde llegar  y su función  ha sido siempre facilitar la comunicación y el desarrollo de los pueblos.

“El desarrollo de los imperios se dio por los caminos que se trazaron” ya que cumplieron un papel muy importante en nuestra sociedad preindustrial porque además del rol económico, jugaron un  rol especial en lo relacionado con la división del territorio y la sociedad y para comprender y expresar la geografía cultural, como una respuesta a la necesidad práctica  de construir sistemas de comunicación e intercambio entre poblaciones separadas por barreras tipográficas y ambientales.

Por la zona donde pasan estos dos caminos  habitan serpientes, lagartijas, roedores y algunos mamíferos como la chucha, conejos y ratones de campo.  En cuanto a la flora más representativa están los uvitos, sietecueros, marraboyos, niguitos, chagualos, borracheros, yarumos, cardos, bromelias, mora silvestre, frambuesa, drago, anturios, manzanillo y arrayanes.  Tiene palmas de cera sembradas en el camino.

Para la construcción de este escrito se tuvo como referente a: "Poblamiento, marcas territoriales y estructuras en la cuenca media de la quebrada Santa Elena." Informe Final. Elvia Inés Correa Arango CORANTIOQUIA 2020.

Agosto 2019
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