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León Denis García Zapata:

"Lo mío es la música y las flores"

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Nacido en la vereda Piedra Gorda, en la misma casa donde todavía vive; dedicado desde muy joven a asumir trabajos de responsabilidad comunitaria, pasó aproximadamente 25 años como juez de paz ante la corte suprema de justicia, en procesos de paz con la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia, hasta que llegó el momento en que “volví a despertar ese niño pequeño que hay en mí y entregarme a la música, y en el 2013 aproximadamente comencé la mudanza como tal, hasta el sol de hoy porque la música para mí,  es el arte de vivir la vida y el camino más corto para llegar a Dios.  La idea como persona es que uno no debe olvidar sus raíces; uno ve desde niño a los vecinos que tocaban sus tiples sus guitarras y uno entonces se va como enamorando de eso…”

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Cuando estaba muy pequeño acompañaba a los músicos a llevar serenatas a la 12 de la noche.  Era quien llevaba el farol. Recuerda que interpretaban mucho la música santandereana de “Silva y Villalba”. Luego, la familia de la casa de la novia a la que le habían llevado la serenata, salía, sacaban la tapetusa y cantaban y bailaban canciones parranderas hasta el amanecer.

Se crió al lado de la tapetusa. Recuerda a un señor llamado Miguel Ángel que era un teso para hacerla; surtía todas las fincas en un caballo llamado “Palomo”. Esa tapetusa que traía en garrafas,  había que enterrarla, con maleza, para que se añejara mejor, y la sacaban en  los festivales para hacer las escuelas, junto con empanadas, “y eso se vendía como arroz y baile parejo, entonces salían los grupos musicales de la época y yo me hacía al ladito de ellos, a ver como hacían, que tal cosa, y dele y baile …., eso se me fue gustando y mi tío Pedro Luis Zapata, mejor conocido como Lucio, un político de tracamandaca, tocaba con Adán Atehortúa de la vereda El Cerro. Viéndolos y escuchándolos ensayar, yo me dije: no, yo tengo que ser músico y se me metió por el lado de la percusión…”

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Recuerda los asuntos enmarcados en la religión católica como las romerías que se hacían en la nochecita y los bazares de San Isidro que se hacían por los meses de marzo a mayo, donde cada uno llevaba la auyama, la vitoria, el bulto de papas, de fríjol, o una ternera.  Eso se remataba y el producido se le entregaba al sacerdote para que hiciera mejoras en la parroquia. Después de que la capilla central empezó a presentar las fallas geológicas, que a propósito considera León Denis que la arquidiócesis dejó muy sola a la comunidad de Santa Elena en la búsqueda de soluciones a este problema, esta festividad no volvió a realizarse.

También es silletero desde 2008 cuando su mamá, Berta Alicia Zapata Soto, quien comenzó a desfilar como silletera en el año 1957, se enfermó y él heredó ese puesto que lleva con mucho fervor para expresar su verdadera vocación como campesino colombiano.

A León Denis le gusta mucho la oratoria y siempre hizo sus trabajos de liderazgo basados en “el mejor abogado que ha tenido Colombia en toda su historia. Me he basado en la génesis del doctor Jorge Eliecer Gaitán, me he leído toda su historia, sus cosas, soy muy apasionado por todo lo que tiene que ver con él.”

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Para prepararse como juez de paz, hizo varios diplomados, estudió en el tribunal superior de Medellín y en politécnico Jaime Isaza Cadavid. Estuvo 7 años ejerciendo desde la casa de gobierno, atendiendo asuntos de herencias, linderos, deudas, aguas, y aprendiendo muchas cosas.  Luego trabajó como guarda de seguridad de la institución educativa Santa Elena hasta que un día se dijo: “No, lo mío no es esto, lo mío es la música y las flores”. No está jubilado, no recibe pensión.

Lamenta la transformación “abismal” que ha sufrido el territorio. Recuerda cuando echando azadón, escuchaban “la hora de los adoloridos” y “guasquilandia” de José Nicholls Vallejo, en la emisora La voz de las Américas.

Entre el 2012 y 2013, esa idea de ser músico se hizo realidad, se consiguió un güiro pequeño, se puso a escuchar música parrandera y fue aflojando la mano volviéndose versátil. Lo invitaron a participar en el grupo que hoy se llama “Los parranderos del ayer” en un festival de la silleta en donde estaban los directores de la orquesta los Donaires, Fabio Atehortúa y Carlos José Atehortúa, quienes lo vieron y escucharon tocar y le propusieron que fuera al otro día a un ensayo con ellos.  Cuenta León Denis que esa noche no durmió y aunque le fue bien y toleraron algunas fallitas, se le exigía más y comenzó con ellos, reemplazando a Juan Diego Zapata, primo suyo, quien se había retirado y era un músico autodidacta y compositor.

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Resalta que en la gran mayoría de los grupos musicales tradicionales, los músicos son empíricos, naturales, ya que muchos como él, al regresar de sus labores en el campo ponen su música y “con el timbal ensayo por donde me entro, por donde me salgo, soy un gran fan del internet que me permite estudiar así…”. Sostiene que si uno no embruja el instrumento, él no suena bien. Embrujarlo es mimarlo, decorarlo y sacarle la mejor nota.

Ha tocado con todos los grupos de Santa Elena, empezando por “Los Donaires” donde actualmente está con parte de la percusión y el güiro. También ha pasado por “Los Alegres del ritmo”, “Los Vásquez”, “Los Ideales” y un grupo de Piedras Blancas. Hace dos años se le presentó la oportunidad con la orquesta “La típica de R.A.7”de Rodolfo Aicardi donde le dieron una beca musical para estudiar con ellos, la que ha aprovechado al máximo. “allí no hay músicos, lo que hay ahí son genios. A pesar de que el fundador Rodolfo Aicardi murió, ellos siguieron su legado.”

Este inquieto campesino tiene un proyecto personal. Está montando una orquesta Colombo Venezolana con unos compañeros que han tocado en “Los Melódicos” y están viviendo en Santa Elena. 

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Considera que acá en el corregimiento hay tres o cuatro cosas que están a punto de perderse “si no nos ponemos las pilas: la tradición campesina, su vocación silletera, su vocación musical, su gastronomía y su fauna y flora.” Pero también tiene claro que se tienen que abrir a música más moderna y por eso en “Los Donaires” vienen proyectando mucho lo que es el merengue y recuperando la tradición de Pastor López, Nelson Henríquez, Los Melódicos, música que no es campesina , pero que es universal porque ya trascendió el campo y llegó a la ciudad. Comenta que en una tarima se empieza con música parrandera como la de Guillermo Buitrago y Gildardo Montoya y la gente empieza a pedir de todo y por eso hay que tener un repertorio muy amplio.

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En el jardín de su casa recibe turistas que interactúan con el silletero, la gastronomía y la buena atención paisa. En gastronomía ofrecen el sancocho, la bandeja paisa, el mondongo, las carnes puntas de anca y las arepas, todo preparado allí, en el restaurante que es de la familia y con las ganancias que esto le genera, piensa montar su propia orquesta.

La música y las flores, sus grandes amores: “los colores y esos sabores melódicos a que sabe la vida”.

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Julio 2021
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